Fueron muchos los hechos prodigiosos en vida del profeta, aquí expondremos tres de ellos.
I
Después de haber dejado Mekka rumbo a Iazrib, el Profeta hizo un alto en la tienda Umm Maabad y solicitó algo de leche para mitigar su hambre y su sed. Umm Maaba.d apenado se
excusó de no tener nada que darle, su única oveja no tenía leche, sus ubres hacía tiempo se habían secado.
El Profeta pidió ser llevado hasta donde la oveja y se le acercó, le acarició las ubres. Al instante estas se llenaron de leche y todos los presentes pudieron beber hasta hartarse.
II
En los tiempos de escasez, los hombres de Medina, se reunieron en torno al Profeta, buscaban una solución a las dificultades que estaban atravesando y al hambre que los agobiaba. El Profeta los escuchó y luego se dirigió a la casa de uno de los ansares – gentes de Medina que les prestaban auxilio- donde había sido invitado a comer. Los demás lo siguieron.
Al llegar no hallaron sino un pequeño cordero, algo de caldo y un poco de pan. El dueño de casa se preocupó, no esperaba tanta gente, esa poca comida no alcazaba sino para unos pocos.
El Profeta, la paz y bendiciones de Dios sean con él, dijo “En el nombre de Dios, El Clemente, El misericordioso” y desmenuzó con sus propias manos la comida. Cuando hubo terminado pidió al hombre llamara a todos para que se acercaran a la mesa, la que estaba dispuesta de diez en diez.
Todos fueron pasando a comer. En total seiscientos hombres. Los que al final quedaron satisfecho.
III
En otra ocasión, en la que hambre era tal que tenían que apretarse los cinturones, para
encoger sus estómagos y no sentirla, Abu Huraira quiso llamar la atención de los otros compañeros, como Abu Baker y Umar para hacerles saber la penosa situación por la que estaban pasando. Pero nadie se dio por enterado, todos sentían lo mismo. Hasta que el Profeta quien, enterado de la situación, lo invitó a acompañarle y le dijo que invitara a la gente de al-saffa - eran más de cien-.
Llegaron a casa del Profeta, en ella no había más que un cuenco con leche. No obstante esto Muhammad le ordenó a Abu Huraira: “!Da de beber a tus hermanos!”. Este así lo hizo. Cada vez que un hombre bebía y bebía hasta quedar satisfecho, Abu Huraira miraba el cuenco y lo hallaba siempre lleno.
Cuando todo el grupo hubo bebido, el Profeta se
dirigió a Abu Huraira y le dijo: ¡Bebe¡ Y este bebió y volvió a beber tras una nueva
indicación del Profeta. Y así, una y otra vez, hasta tener que exclamar: ¡ Por aquel que te ha enviado con la verdad, que no hallo conducto para lo que queda”.
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