Desde el momento mismo en que el Ángel Gabriel le reveló por mandato de Dios, Altísimo sea, al Profeta (pbD) la primera aya, en la que se le ordenaba leer y recitar el Corán, él permaneció en Mekka dando a conocer el mensaje divino, poniendo todo su empeño y todas sus energías en invitar a las gentes al Islam. En esos años, solo unos pocos lo siguieron, la mayoría de los mequinenses lo atacaron duramente y sin tregua. El Profeta y los que le seguían, fueron objetos de burlas y amenazas. Algunos murieron y otros emigraron para salvar sus vidas.
Al año siguiente a la muerte de Abu Taleb, tío del Profeta y quien prestó valiosa ayuda a los musulmanes, los Quraichitas vieron el camino libre para atacar a quienes se negaban a adorar a sus ídolos y llamaban a adorar a un Dios Único.
Por ello recrudecieron las hostilidades en contra de Muhammad y los que le seguían; ante tal situación el Profeta partió hacía Taif, la segunda ciudad más grande de Hiyaz y dominio del clan de Banu Thaquif, para invitar a sus lideres y a sus gentes a someterse únicamente a Allah – Dios-. Al llegar a la ciudad visitó a los tres jefes principales, a cada uno por separado, y les dio a conocer el mensaje que Dios le había ordenado difundir entre los hombres.
Cuando Muhammad les dijo que Allah era El Creador, el Dios Único y que solo El – Allah- merecía ser adorado, los líderes se enfurecieron y se negaron seguirlo escuchando, rompiendo así la regla de oro de los árabes en cuestión de
hospitalidad, le trataron de manera descortés y grosera. En vez de aceptar el mensaje prefirieron seguir adorando las piedras y estatuas de su ciudad. Uno de ellos, mofándose, le gritó:
¡Hey, Allah te ha hecho Profeta ¡
El otro, le dijo despectivamente:
¡Allah no pudo encontrar a otro sino a ti para hacerte Profeta ¡
El tercero le dijo:
“Yo no quiero hablar contigo, porque si realmente eres un profeta, oponerme a ti es causar problemas, y si tu solo pretendes ser un profeta ¿Porque tendría que hablar con un impostor?
Los tres coincidieron en hacerle saber al Profeta que su permanencia en la ciudad no era del agrado de ellos y que deseaban la abandonase prontamente.
A Muhammad, una roca en firmeza y perseverancia, no lo desanimó el trato recibido y buscó a las gentes sencillas para invitarlas al Islam, pero estas tampoco lo escucharon. Nadie
le quería oír, estaban engañados y además amenazados por sus jefes y solo repetían lo que estos le habían mandado a decir:
“Que no lo querían en la ciudad, que se fuese”
El Profeta comprendió que cualquier esfuerzo sería en vano y se dispuso abandonar la ciudad. Los idolatras le siguieron y le silbaban, le gritaban obscenidades, se burlaban de él y le apedrearon. Su cuerpo, maltrecho por los golpes recibidos, se baño en sangre, al igual que sus ropas y zapatos. Sólo un esclavo creyente en Jesús, el hijo de María, le tuvo compasión y le regaló un racimo de uvas.
En tan desastrosa condición salió de la ciudad y lejos ya del alcance de sus agresores suplicó al Creador en los siguientes términos.
“! Pido refugio en tu luz, la cual ilumina los cielos y dispersa toda clase de oscuridad
y la cual controla todos los asuntos de este mundo y del otro. Ojalá no llegue a ocasionar
tu ira hacía mí, o que estés disgustado conmigo. Tengo que eliminar la causa de tu disgusto hasta que estés complacido. No hay fuerza ni poder sino en ti.¡
Al terminar su plegaria el Ángel Gabriel se apareció ante el Profeta, lo saludo con el saludo del Islam- Assalamu Alaikon – y le dijo:
“Allah sabe todo lo que ha pasado entre esa gente y tu. El ha delegado al ángel encargado de
las montañas para acatar cualquier orden tuya”, acto seguido el ángel en cuestión se presentó al Profeta y le dijo:
“OH Profeta de Dios, estoy a tu servicio, si tu deseas, puedo causar que las montañas más
elevadas de Taif choquen entre sí para que las gentes de ese pueblo queden trituradas ó puedes sugerirme cualquier otro castigo para ellos.”
El noble profeta le contestó:
“Aun si la gente no acepta el Islam, tengo esperanzas en Dios que habrá entre sus descendientes quienes adoren a Allah y
sirvan a su causa”.
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